viernes, 13 de marzo de 2009

EPILOGO

Lo expresado hasta aquí no puede considerarse una novela de ficción; de haberlo sido no me hubiera provocado tanta inquietud.
Lo que quiero decir es que el tema desarrollado pretende desde el principio sustentarse en un enfoque conceptual personal basado en la percepción de la realidad que mi subjetividad me permite concebir. Debo entonces reconocer que cualquiera que se interese en el tema tratado pueda tener una visión total o parcialmente distinta al expuesto.
De la única manera de evitar que esto suceda es mostrar pruebas objetivas que lo dicho es real y que va mucho más allá de una mera especulación.

Para ser más preciso, el día de hoy es 28 de octubre del 2007, año éste muy peculiar en cuanto está signado por un fenómeno, entre otros, que pone al descubierto la ineficacia de la gestión gubernamental. Me refiero que además de la creciente estadística de muertes por asesinatos o accidentes viales, la falta de créditos accesibles para la vivienda, los magros salarios percibidos por la mayoría de los trabajadores que aportan mano de obra no especializada, el colapso que sufren los centros de salud a causa de la falta de personal profesional e insumos, el deterioro edilicio de escuelas de enseñanza primaria y secundaria y muchas cosas mas que todos y cada uno de los ciudadanos sufrimos a diario; a todo esto se le suma el aumento desaforado de los precios de los artículos de primera necesidad, como son los alimenticios, lo cual no debería ser causa de asombro, a no ser, que estos sobreprecios que responden a intereses especulativos aparecen inmediatamente después que el secretario de comercio del ejecutivo nacional informa a la población haber firmado “acuerdos” con los productores y con los distintos agentes de la cadena de comercialización de los mismos.

Esta historia comienza con la carne vacuna, le siguen los lácteos, el pescado y por último las verduras, rubro que no fue acordado pero que de una semana a la otra acrecentaron el valor de algunos de sus productos como la papa, el tomate, la acelga, la lechuga, los limones y anco hasta en un 500%.

La señal resulta inequívoca si hacemos una lectura objetiva de esta cuestión. Por un lado el gobierno establece el compromiso mediante acuerdos de no aumentar los precios de determinados artículos y por el otro lado el mismo gobierno permite que dichos acuerdos no se cumplan al no implementar ningún tipo de control.
A continuación aparece ese otro fenómeno citado más arriba y es el índice de los precios al consumidor oficial publicado, el cual de ninguna manera responde verazmente a la realidad percibida correctamente por los propios consumidores que sufren a diario el despojo arbitrario de su salario a manos del llamado “MERCADO” sin que nadie la defienda.

Si en algún momento, alguien ingenuamente pensó que este “error” de los índices publicados estaba circunscrito a la entidad conocida como el INDEC, esta idea se desmoronó cuando el mismísimo Presidente de la República y la Primera Dama y senadora afirman que los Índices dados a conocer por la entidad son los correctos. Tales afirmaciones son expresadas en discursos televisados y en reuniones concertadas con importantes empresarios, dichas versiones son a su vez tema de comentario en distintos programas radiales, pero…. al menos yo no he escuchado que ningún conductor de esos programas netamente opositores o los llamados Periodistas Independientes se hayan expresado en términos categóricos diciendo que tanto el Presidente como su esposa son MENTIROSOS; que las personas que mienten NO SON CONFIABLES y por último que la mentira en boca del Primer Magistrado y de una Senadora de la Nación (su esposa), adquiere la máxima dimensión precisamente por los cargos de responsabilidad que ocupan y del poder que les fue conferido.

Volviendo al aquí y ahora creo conveniente señalar la “tibieza” con que algunos medios periodísticos tratan o se ocupan de la manipulación que el actual gobierno lleva adelante cada treinta días al publicar en el boletín oficial las estadísticas de los precios al consumidor elaborada por el INDEC.
La reiteración de esta MENTIRA más allá de negar una realidad revela la existencia de un metamensaje dirigido a los formadores de precios que dice así: “Aumenten lo que quieran, nosotros nos encargaremos que esos aumentos no aparezcan en el índice de precios al consumidor”.
De parecerle exagerada esta opinión piense que de un MENTIROSO puede esperarse cualquier cosa.

Esta inveterada costumbre de MENTIR, no es excluyente de este gobierno ni en particular de este presidente.
Tomemos como punto de partida la llamada históricamente “La Recuperación de la Democracia”, el gobierno de Alfonsín y la famosa frase dicha desde el balcón de la Casa Rosada, “LA CASA ESTA EN ORDEN”
Las consecuencias aún hoy en día las estamos pagando debido a las leyes de Obediencia de Vida y Punto Final, que eximía de responsabilidades a todos los oficiales y suboficiales que participaron de la represión y sólo se juzga a los comandantes.
Continuamos por orden de aparición con el gobierno de Menem, la frase acuñada (entre otras), fue “UN PESO, UN DÓLAR”, mientras la euforia ganó el bolsillo de la ciudadanía y se entretuvieron con la creencia de haber ingresado al primer mundo. El presidente reiteró en cada discurso la otra frase, no menos famosa “SIGANME QUE NO LOS VOY A DEFRAUDAR”.
Así es que una por una remata todas las empresas estatales a concesionarios privados, los que se ocupan de poner en la calle a miles de trabajadores. Aún hoy conseguir un buen trabajo resulta una odisea. No debemos olvidar que este presidente fue reelecto y ejerció un segundo mandato, por supuesto elegido por la mayoría mediante el sufragio en comicios “democráticos”.
A pesar del descontento popular debido a las consecuencias producida por las privatizaciones (despidos en masa), Menem logró concluir su segundo mandato. De vuelta al sufragio de allí surgió electo De La Rúa, personaje este que se distingue por una peculiar estructura de carácter, que se pone de manifiesto durante su gestión.
La diferencia sustancial se la puede observar en que los otros mandatarios pecaban por acción y De La Rúa, lo hizo por omisión. Así es que el máximo aporte a la Mentira, este presidente lo expresó en sus declaraciones que hoy son objeto de enjuiciamiento en donde declaró que en ningún momento se enteró de la feroz represión que se desarrolló en la Plaza de Mayo, porque su despacho estaba en el otro extremo de la casa de gobierno. Lo absurdo de esta excusa no da lugar a mayores comentarios.


El estrepitoso ruido que provoca la caída de una ilusión no se hace esperar. Las corridas bancarias, la desaparición de un día para otro de los depósitos de los ahorristas y la llegada del “CORRALITO”. Desasosiego, confusión tiñen los momentos que le siguen a estas medidas. Se suceden los nombramientos de presidentes que duran en su función un par de días entre ellos Rodríguez Saa, quien frente a diputados y senadores declaró muy ufano, la decisión de no pagar la deuda externa, ovacionado por la concurrencia, a la semana renuncia.

Entre idas y venidas se buscó un Salvador que sacara al país de su estado de MARASMO. Asumió el presidente Duhalde, quien pergeño una solución y declaró: “El que tenga depositados dólares cobrará en dólares, acto seguido apareció la ley de “Pesificación”.
La recuperación de los ahorros se convirtió en un tema nacional y los juzgados se abarrotaron de demandas; entre los desocupados y los despojados el clima del país se tornó cada vez más parecido a una caldera a punto de estallar.

Con respecto al tema religioso, lo invito a ver por canal 21 de televisión la promoción de caridad y solidaridad llevada adelante por el Arzobispado, que conmovidos por las personas que mueren de hambre en Mozambique han enviado la “súper sopa” a cuento de tratar de paliar semejante desgracia, mientras tanto en la capital federal, el conurbano y las provincias de nuestro país proliferan los llamados “comedores comunitarios”, sostenidos por ciudadanos comunes que alimentan a cientos de miles de niños, adultos y ancianos siendo éste el único recurso que tiene esas personas para subsistir.
Me pregunto si esos prelados no conocen el refrán que dice que la caridad empieza por casa y que los aborígenes argentinos que han muerto en el norte del país por inanición también son hijos de Dios.

Deseo agregar algo más al respecto, y es poner sobre relieve una de las grandes Mentiras internalizadas en el acervo cultural de los ciudadanos de la Argentina toda, aquella que se viene repitiendo en todos los gobiernos Democráticos y no Democráticos sin excepción, afirma que la Salud y la Educación Pública son Gratuitas.
Cuando la verdad descarnada es que ambos servicios que presta el estado están sostenidos por los tributos obligatorios aportados por cada uno de los ciudadanos que habitan el territorio nacional, sin excepción. Esos tributos son los impuestos que se suman a los valores reales de todos los productos que consumimos y reitero, el aporte es COMPULSIVO.
Dicho de otra manera, si el costo y el mantenimiento de esos servicios en particular están sostenidos, pagados y financiados con el dinero de mis aportes, de ningún modo puede afirmar nadie que son otorgados gratuitamente. El hecho real que sean deficientes, está relacionado a la arbitrariedad con que sea el Congreso o el Ejecutivo distribuye el presupuesto nacional, tarea esta que corresponde a quienes nos representan.
La realidad muestra que la salud pública y la educación resultan ser más caras que los mismos servicios prestados por las entidades privadas por la sencilla e inobjetable razón que yo como ciudadano puedo contratar a voluntad un servicio privado de salud denominado prepagas o un colegio primario-secundario o una universidad y de igual modo puedo voluntariamente prescindir de sus servicios en el momento que así lo disponga, cosa que no puedo hacer con mis aportes tributarios que maneja el estado a través de todos y cada uno de los gobiernos.
Esto significa que si bien se me permite asociarse a cualquier entidad privada que preste los servicios en cuestión, lo que no se me permite es dejar de aportar con mis tributos para el sostenimiento de dichos servicios prestados en forma deficiente. En una palabra, si contrato los servicios de una entidad privada continúo atado COMPULSIVAMENTE al sostenimiento de su equivalente en el orden público, eso quiere decir que me obligan a pagar lo que no uso.

Estos ejemplos pueden ser extendidos a los servicios que prestan las fuerzas de seguridad, policía, gendarmería alcanzando a las Fuerzas Armadas sostenidas irracionalmente sin que cuenten siquiera con una hipótesis de combate. Por último no deberíamos olvidar “los subsidios a los ferrocarriles, a los combustibles de las empresas de colectivos, al, al, al….todo digitado desde y por el gerenciamiento gubernamental y que como siempre es aportado desde nuestros bolsillos tributarios.

Mas arriba, en esta obra, y bajo el título LA PROMESA CAPITALISTA, hemos desarrollado el concepto que reviste a la MENTIRA, lo que resta agregar a nuestro juicio no es menos importante, y tiene que ver con la impunidad del mentiroso.
Creemos que resulta mucho más fácil favorecerse con la impunidad si el mentiroso ocupa los cargos de jerarquía de “los de arriba” y esto se debe a que en los sistemas de gobiernos conocidos son de estructura piramidal. Esto significa que en la base de la pirámide se hallan la mayoría de los ciudadanos sin ninguna jerarquía y el de arriba de todo de esa pirámide, justo en el punto de encuentro de los lados se encuentra el ciudadano de mayor condición jerárquica.

No es casual que todas las organizaciones humanas conocidas estén concebidas en esos términos; desde lo familiar hasta lo social, gubernamental, religiosa y donde más se puede notar es en las instituciones conocidas como fuerzas de seguridad y fuerzas armadas.
La ecuación que se reitera es para todas la misma; el de arriba ordena y el de abajo obedece. Este esquema está abierto de modo permanente al ejercicio del juego más destructivo practicado por los seres humanos “LOS JUEGOS DE PODER”.
Estos juegos contienen los instrumentos más sofisticados de destrucción que el hombre haya ensayado desde el principio de los tiempos. Son tan abarcativas que reúnen todas y cada una de las armas conocidas puestas al servicio del poder de “LOS DE ARRIBA” y de “LOS DE ABAJO”.

El individualismo, la mentira, la competencia, la fuerza física son esas armas que el individuo empleará en su camino al éxito: ser alguien, no ser un don nadie. Así fuimos educados la mayoría de nosotros.
El que no obedece la consigna es despreciado por el resto del grupo. El propósito es alcanzar la mejor posición en la escala piramidal, no importa cómo. La cuestión es llegar. Si lo que deseo es un mejor confort para mi y mi familia puedo elegir el camino del trabajo o del estudio de una profesión que me proporcione un mejor salario o también puedo dedicarme a ser un hábil estafador, ladrón o un astuto trepador que lo que menos me importa son las cabezas que tenga que pisar a fin de alcanzar la meta que me he propuesto.
En el camino van quedando desechados por inservibles los códigos y los valores. Debo ser un experto en el arte de manipular y percibir al otro y a los otros que encuentro en esa ruta como enemigos potenciales que pueden detenerme o demorarme en el logro de mi propósito.
Estas características de la conducta humana que pueden aparecer exagerados, tiene derecho UD. a rechazarlos como propios, pero no debe olvidarse que se puede actuar mal, sea por acción o por omisión. La sencilla sabiduría de el siguiente juicio lo revela con total certeza: “LO UNICO QUE NECESITA EL MAL PARA TRIUNFAR, ES QUE LOS HOMBRES BUENOS, NO HAGAN NADA”.

No es lo mismo ser “UN BUEN HOMBRE” que ser “UN HOMBRE BUENO”. Este último es sinónimo de salud mental.
Un hombre saludable está dispuesto a criticar la realidad que lo circunda y a intentar modificarla, si así lo considera necesario a fin de volver a instaurar los valores en el lugar que corresponde.
Este hombre saludable sabe que el fin no justifica los medios, por lo tanto tomará muy en serio el pasado histórico como referencia y no se lanzará como un loco suicida a pergeñar revoluciones cuyo único propósito es desplazar al otro del poder. Del mismo modo no se dejará engañar por los cantos de sirena tan bien interpretados por algunos políticos que conjuntamente con los dogmas religiosos, prometen un bienestar a futuro, si creemos en ellos.

Para ilustrar mejor lo expuesto creo oportuno citar un párrafo de la escritora Rosa Montero de su libro La Hija del Caníbal donde dice: “Permíteme que te hable de los pingüinos, esas aves patosas que habitan a millones en la desierta Antártida.
Cuando las crías de los pingüinos salen de sus huevos, los padres han de dejarlas solas para irse al mar en busca de comida. Esto plantea un grave problema porque los pequeños pingüinos se encuentran recubiertos de un ligero plumón que resultaría insuficiente para mantenerlos vivos en las temperaturas extremadamente frías del Polo Sur. Entonces lo que hacen los pollos es quedarse todos juntos sobre sus islotes de hielo, miles de pingüinos recién nacidos apretujados unos con otros para darse calor. Pero para los que se encuentran en la parte exterior del grupo no se congelen, los pollitos permanecen en constante movimiento rotatorio, de manera que ninguna cría tenga que estar a la intemperie más de unos segundos”, y agrega “De haber sido llevada a cabo por hombres y mujeres, esta ingeniosa artimaña colectiva se habría entendido como una muestra de la solidaridad humana; pero los pollos de los pingüinos no entienden de palabras, y si se protegen los unos a los otros es porque así tienen más esperanza de sobrevivir; es una generosidad dictada por la memoria genética, por la sabiduría bruta de las células.”.
Continúa diciendo: “Lo que te quiero decir con todo esto, es que lo que llamamos el Bien está ya presente en la entraña misma de las cosas, en los animales irracionales, en la materia ciega. El mundo no es sólo furor y violencia y caos, sino también esos pingüinos ordenados y fraternales. No hay que tener tanto miedo a la realidad, porque no es sólo terrible, sino hermosa”.

Al final de esta novela, la autora retoma el tema cuando dice: “Disfruta de la vida mientras puedas. A pesar de la pérdida y de la traición y de los pánicos nocturnos y del horror que acecha. Pero siempre existe la belleza y además, no vamos a ser menos que los pingüinos”.

Esta lectura de la realidad desde la perspectiva de la autora resulta ser a mi juicio formidable a cuento que a pesar de lo terrible y doloroso de un aspecto puede sin embargo buscar y encontrar otros que den lugar a la belleza y a la esperanza.
Siguiendo esta misma dirección, durante mucho tiempo me pregunté si sería posible encontrar belleza y esperanza sin tener que transferir nuestro natural poder a otros y llegué a la conclusión que esto es posible si nos animamos a cambiar por un nuevo paradigma.

Esto sería llamar a las cosas por su nombre reconociendo que el término Democracia significa la participación del pueblo en el gobierno rechazando categóricamente al engendro al que estamos sometidos y da lugar a todo lo mencionado más arriba. Por lo tanto mi propuesta final es la adopción de una nueva forma de gobierno en un auténtico SISTEMA DEMOCRATICO y un MODELO COOPERATIVISTA, en donde todos tengamos derecho a opinar y que nuestra opinión sea tomada en cuenta.
A todo aquel que se identifique con esta idea lo invito a que me acompañe a elaborar los contenidos que le darán las formas más apropiadas. Serán tenidos en cuenta sólo aquellos aportes que apuntan al bien común.
Por favor divúlgalo.

martes, 10 de febrero de 2009

¿QUE HACEMOS MAL, PARA SEGUIR MAL?

VER MAS ALLA DE LA NARIZ
CAPITULO XI

Una de las facultades del hombre es poder ver más allá del aquí y ahora. Para ejercer este poder es necesario disponer de dos elementos que pueden actuar juntos o separados; la intuición y la racionalidad. De la primera ya hablamos en capítulos anteriores, de la racionalidad diremos que depende de otra aptitud básica denominada pensamientos.
Estas aptitudes obran en todos los humanos, el desarrollo de las mismas se nota más o menos, acentuado en unos más que en otros porque las capacidades se adquieren mediante adecuado entrenamiento.

EL REPRESENTANTE: es alguien que canaliza los intereses de un sector. En el caso de nuestro país en donde el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes, el parlamento está conformado por representantes de distintos sectores y no es casualidad que se vean favorecidos los que cuenten con la mayoría.
Es evidente que la cantidad numérica es excluyente de cualquiera otra variable, cabe señalar aquella frase de Aldo Camarota: “Fuimos gobernados por la fuerza, fuimos gobernados por la mayoría, ¿cuándo seremos gobernados por la razón?"

Esta simple reflexión pone al descubierto la ausencia del factor más importante en las dos premisas que preceden a la pregunta formulada. La acción de gobernar debería basarse: “Vox populi, Vox Dei”.
Cuando asume el gobierno si dicha frase mencionara al pueblo en su mayoría en lugar de mencionarlo implícitamente en su totalidad.
Esta situación antagónica creada entre los intereses de los distintos sectores de la ciudadanía, es un hecho constante que promueve la lucha por sobre el acuerdo, poniendo el acento en la división en lugar de la unión. Es fácil deducir que esta contienda da lugar a la corrupción.

EL PERSONAJE: son ante todo creadores y custodios de la “BUROCRACIA”. Expertos en angostar el tubo por el que deba transitar cualquier trámite, característica que disminuye a medida que aumenta su jerarquía de poder, así en los más elevados se habla sencillamente de VOLUNTAD POLITICA, eufemismo que significa “SI QUIERE”.

A estos seres superiores se los puede considerar de distintas formas: apoderados, patrocinadores, padrinos, auxiliares, delegados, comisionados, etc. Todas estas acepciones son adecuadas para definir su función.
Tal vez deba ser por esa razón que son acreedores de tantos privilegios, prebendas acordes a la categoría o lugar que les corresponde en el escalafón.

No creo que sea necesario entrar en detalle al respecto, todo el mundo sabe el poder que tiene un diputado, un senador o el jefe de gobierno de la ciudad. En caso de que UD. no lo sepa, trate de concertar una entrevista con alguno de ellos sin explicar antes a su secretaria los motivos de la misma, se dará cuenta que no exagero cuando hablo del tubo y su estrechez. Pero supongamos que UD. logra entrevistarse con el funcionario de turno, ese mismo que UD. saludó cuando caminaba en campaña por las calles de su barrio; le va a costar un poco reconocerlo detrás de su escritorio en su impresionante despacho. Lo más probable es que se encuentre con un gemelo de Houdini; si, el famoso escapista en el que se convertirá su elegido representante, cuando UD. su mandante le presente el petitorio.

Recibirá respuestas como….estamos trabajando en el proyecto, comenzaremos las obras una vez que tengamos asignada la partida, vamos a licitarlo a la brevedad, etc. etc. Si cuenta con algunos años de edad, seguramente se acordará de aquel programa cómico y el personaje que quería plantar un arbolito en la vereda de su casa. Lamento decirle que nada ha cambiado.

En más de una oportunidad se hicieron publica las remuneraciones que perciben nuestros escogidos funcionarios, realmente son nada despreciables, aunque muchos de ellos se encargan de minimizar, otros los justifican anteponiendo el valor que tiene la responsabilidad que demanda el cargo. A lo que percibe por su dieta súmele, los secretarios y los asesores nombrados todos con la varita mágica de su dedo, pasajes de avión, gastos de representación y una partida en caso de ser legislador, para otorgar pensiones graciables. Por último, de cumplir su mandato podrá acceder a una jubilación de por vida, percibiendo un haber acorde a su función desempeñada.
Este fenómeno no se agota en lo dicho más arriba, podemos afirmar sin temor a equivocaciones, que este flagelo tiñe todas las áreas de la sociedad. Este sistema que obliga al hombre común a ser representado, restringe sustancialmente lo contrario de lo que dice favorecer; su libertad.

Así es que sus deseos, sus necesidades y derechos quedarán supeditados a la voluntad o a la capacidad de gestión del representante de turno. El hombre otorga el mandato a otro hombre y después se somete al arbitrio del mandatario.
Este asunto por llamarlo de alguna manera, tenía razón de ser debido fundamentalmente a la ignorancia propia de la época; ¿cómo es qué podemos explicarnos en el aquí y ahora, aún esté vigente?, y que dejó de ser un hábito o una modalidad para convertirse en ley; y más aún, en ley universal

En principio tenemos que reconocer que el motor impulsor de la subordinación es: el miedo.
Esta emoción se encuentra siempre detrás de cada situación de conflicto del ser humano. Desde lo más trivial hasta lo más dramática, el miedo está presente. La psicología es la ciencia encargada de explicar detalladamente y las distintas escuelas coinciden en que el miedo nace con la criatura humana.
El trauma del nacimiento le plantea al humano su primer conflicto, las posibilidades de resolución dependerán de la actitud de sus progenitores o sustitutos auxiliares indispensables en su labor de continentes del más vulnerable de los seres vivos. Esta dependencia transitoria dejará huellas indelebles que lo acompañarán el resto de su vida.
El primer minuto de su vida fuera del útero materno, es entonces el más crucial de su existencia e irá decreciendo en la medida que las respuestas sean las adecuadas a sus demandas. De este modo el bebé elabora el peor de los sentimientos: la incertidumbre.

Sólo aquel que llega a esta instancia comprende el valor de la dependencia primaria y la interdependencia secundaria, caminos que lo alejan de la enajenación y la acercan a la libertad.

El miedo a la separatividad, que nos señala Erich From en su obra Miedo a la Libertad, se incrementa en forma cada vez más alarmante en la sociedad actual. Raspando apenas la superficie podemos observar que la conducta del hombre en este aspecto resulta paradojal. Por un lado siente la necesidad de pertenecer a un grupo, formar parte de la masa para sentirse protegido y por el otro lado se divide constantemente, creando situaciones, que lo hacen cada vez más vulnerables.

Cada uno de esos grupos tiene su líder, su delegado o lo que es lo mismo su representante, se llame de una u otra manera, su función es la de mediar entre el hombre común y quién o quiénes poseen en abundancia lo que el grupo necesita o desea.

Los que más adeptos cosechan son los religiones, sus mediadores son el nexo entre los creyentes y Dios. No existe ninguna organización que reúna tanta gente con su propuesta. A cuento de cómo se han dado las cosas, las religiones dicen que Dios es uno sólo y el mismo para todas, llámese Alá, Jehová; los que aparecen distintos son los voceros de este único Dios cuyos mensajes si bien son parecidos sufren diferentes interpretaciones a cargo de sus representantes humanos.
Así es que determinados grupos sostienen que el mensaje verdadero lo trajo Jesús, el Mesías y otro grupo cree la palabra de Dios está en boca de Mahoma, su Profeta.
Estas revelaciones divinas fueron compiladas en la Biblia cristiana y en el Corán, libro sagrado del Islam. Dos mensajeros y un mismo mensaje en esencia ambos consideran a la persona humana como poseedora de una gran dignidad y un innato poder, al mismo tiempo que con posibilidades ilimitadas. Son criaturas responsables y piadosas, con una profunda reverencia hacia la vida y una gran espiritualidad. Se les pide que vivan como una emanación continua de Dios. El amor a si mismo y el amor al prójimo son idénticos. En la expresión “ama al prójimo como a ti mismo”, se siente la unidad de uno mismo con los demás.

Tal vez sea este el momento de detenernos a pensar el porqué estamos en estos tiempos tan alejados de estos principios, precisamente ese es el propósito que me anima y del cual dejo constancia con absoluta humildad. La raza humana goza de privilegios fabulosos que la ponen muy por encima de las demás especies que habitan el planeta, muchas de los cuales no son tenidas en cuenta por el hombre.

En mi tarea cotidiana me relaciono con personas que evitan SENTIR, otras que NO PIENSAN, hay quienes NO SE EXPRESAN o NO DICEN y las que NO HACEN. Estas cuatro variables conforman la conducta humana.

Basados en esta sencilla definición: lo que se siente, piensa, dice y hace podemos a su vez definir la Personalidad como sigue: “Es el modo habitual por el cual el individuo siente, piensa, habla y actúa para satisfacer sus necesidades en el medio social”. Habitual significa que la mayor parte del tiempo se comportará de cierta manera, pero que en ciertos momentos actuará de un modo muy diferente mostrando “rasgos” o partes de su Personalidad.
Estos poderes vienen incorporados en la criatura humana desde su nacimiento en formas de aptitudes innatas, el ejercicio de las mismas dependerá profundamente de su salud física y de un entorno ambiental favorable.
Estas potencialidades señaladas son en realidad las más conocidas además de otras tres que a pesar de su importancia no son tenidas muy en cuenta me refiero al INSTINTO, la INTUICION y la INSPIRACION; del primero podemos decir que es una manifestación propia de la lucidez con que una persona se comporta automáticamente de acuerdo a sus conocimientos, sería como una aplicación instantánea producto de sus propias experiencias, actuamos sin pensar, sin razonar en el presente repitiendo lo aprendido en el pasado cuando adquirimos los conocimientos que elaboramos y archivamos en nuestra memoria y que en el presente actuamos instintivamente en forma automática según la ocasión.

La evolución de la especie humana está supeditada al ejercicio permanente de este fundamento benigno, sin el cual no sería posible el acceso continuo a nuevos conocimientos. La intuición es: la percepción interna e instantánea de una idea o una verdad, tal como si se tuviera a la vista. Facultad de comprender las cosas instantáneamente sin razonamiento. No se presenta ni manifiesta automáticamente como el instinto, aparece mucho más elaborado que este y es común que cuando evaluamos alguna situación los elementos disponibles nos hagan razonar de una forma y la intuición de otra.

La racionalidad no es más “científica” que la intuición, tan sólo es más exacta que esta cuando se tiene a la información mensurable. Por el contrario, cuando no se tiene información capaz de ser medida la intuición es más exacta que la racionalidad.
A IMAGEN Y SEMEJANZA
CAPITULO X

Si aceptamos haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, tenemos también que reconocer el escaso honor que hacemos de tan benéfico fundamento. Sería prudente preguntar porqué el hombre no utiliza las facultades que le fueron otorgadas; de no hallar una respuesta racional podríamos animarnos a afirmar que juega a estúpido.

Refugiado bajo los términos “no sé”, “es muy difícil”, “no puedo” crea el espacio óptimo a ocupar por el mediador especializado en su oficio de gestor. La propuesta es siempre la misma. “No se preocupe mas, UD. quédese en casa mientras yo hago el trámite.” Es tal vez en esos momentos en que aparece de pronto otro gestor de menor jerarquía que lo anima a hacer algo por la causa; en realidad lo que le propone no es nada nuevo, a decir verdad UD. al igual que otros tantos lo vienen haciendo desde siempre: “reclamar”.
Lo que lo entusiasma es que ahora no será UD. solo, el gestor (hábil en su tarea), ya se encargó de convocar a un grupo que lo acompañará, UD. termina por creer que esta protesta en particular, (ahora organizada) va a tener éxito.
Dependerá de su estructura de carácter formar parte de un movimiento “piquetero”, que se dedique a interrumpir el tránsito de la ciudad o a cortar los puentes de acceso de la misma. De ser muy temperamental se unirá a otros grupos que rompen las vidrieras de los comercios, incendian locales con nombres extranjeros, queman banderas norteamericanas, (símbolos del imperio), arrojan bombas molotov a la policía, etc. En una palabra, UD. tiene la posibilidad de elegir al compañero, camarada o correligionario, según sea su gusto o idea política que lo anime. Lo único, que UD. no debe preguntar es ¿a quién le estamos reclamando? Si lo hace, corre el riesgo de romper el hechizo.

Me siento obligado a advertirle que lo señalado es sólo parte del menú en cuestión. Existen otros medios que se dedican a expresar su desacuerdo de otra forma a través de ediciones radiales. Reconozco haber sido impresionado escuchando uno de ellos, cuando el conductor después de señalar media docena de situaciones injustas sufridas por los trabajadores dijo: la pregunta del millón es, cómo salimos de esto.
Esta pregunta aparentemente honesta en realidad no lo es; razón suficiente para que el premio haya quedado vacante durante tanto tiempo. Esta pregunta está fuera del aquí y ahora por lo tanto no es más que una expresión de deseo. Sería igual que ir a la casa de repuestos a comprar uno, porque nuestro automóvil se detuvo y pretender que nos vendan ese que necesitamos sin saber cuál es.

La pregunta adecuada que corresponde nos hagamos le da el título a esta obra: “Qué hacemos, para seguir mal”. Esta pregunta si está en el aquí y ahora y nos revelará qué tenemos Qué Cambiar, el segundo paso será encontrar el Cómo Cambiarlo.
Hagamos un paneo de la realidad actual, lo más amplio posible, sólo subrayando las claves que nos sujetan a esta situación calamitosa. Sabemos que la unión hace la fuerza sin embargo el hombre en lugar de sumar voluntades se constituye en el rey de la división. A las separaciones naturales le agrega las que a su juicio más le convienen. A los continentes los divide en países, a los países los divide en provincias, a las provincias en localidades y a estas en barrios. Las naciones son gobernadas por distintos regímenes: monárquicos, parlamentarios, presidencialistas, democráticos, dictatoriales, de facto, etc. respondiendo cada uno de ellos a distintas ideologías señaladas en capítulos anteriores. Otro tanto similar ocurre con las creencias religiosas, desde las tradicionales adoptadas por millones de hombres hasta las medianas y pequeñas sectas empeñadas todas y cada una de ellas en poner de relieve sus diferencias. El área social parecería ser el espejo en donde se reflejan estos fenómenos culturales creando imágenes que van desde lo ridículo hasta lo grotesco y desde lo absurdo hasta lo repugnante.

En un mismo escenario cada actor representa a su manera y de acuerdo a su talento el trozo del guión que le ha sido asignado en el gran argumento de la vida. Los personajes se complementan con absoluta soltura, cada uno con su papel; el rico con el pobre, el que gobierna y el gobernado, el malo y el bueno, el astuto y el inocente, el ministro y los feligreses, el pastor y su rebaño, el local y el extranjero, el sabio y el ignorante, el delincuente y su víctima, rebeldes y sometidos, débiles y poderosos y miles de contrastes, que uno se puede imaginar, se los puede sintetizar en “los de arriba y los de abajo”: expuestos a tales contingencias a la raza humana le resulta imposible poder elaborar una propuesta integradora.

Sin embargo no todo está perdido, existen en la historia de la humanidad episodios excepcionales que dan lugar al consenso entre los miembros que hasta ese momento sostenían criterios antagónicos. Las guerras y las catástrofes naturales se han constituido en los ejemplos de lo que estoy diciendo. Frente a situaciones límites tan amenazadoras el hombre en su mayoría tiende a agruparse, a sumar voluntades, a protegerse unos a otros, en una palabra surge desde su más íntima convicción su natural y espontáneo sentimiento de solidaridad.
Esta reacción instintiva formidable parecería ser que sólo se activa ante hechos espectaculares como los señalados, o sea, ante lo evidente. No ocurre lo mismo en los demás hechos de menor repercusión que sumados han provocado más desgracia que todas las guerras y las catástrofes juntas. Lo que no tiene en cuenta la gente es que las contiendas cruentas entre los humanos no son fenómenos espontáneos y la mayoría de los desastres naturales tampoco lo son.

Podrían ser evitados si estuviéramos atentos a las primeras señales y tomáramos los recaudos adecuados ¿porqué esperamos entonces hasta último momento y sólo reaccionamos ante el hecho consumado?




LA PROMESA CAPITALISTA
CAPITULO IX

Cuando todo el mundo es ferozmente competidor, es imposible lograr algún bienestar sin tener capacidad de competencia muy fuerte. En realidad la única alternativa al individualismo y la competencia que tiene capacidad para producir bienestar, es la colectividad y la cooperación entre iguales.
No es lo mismo ser competente que ser competitivo.
Es verdad que la gente necesita alimento, cobijo, espacio, seguridad, agua que se pueda beber, aire respirable y contacto humano. También es verdad que la gente que tiene hambre, que vive amontonada, atemorizada y alienada necesariamente se sentirá infeliz. La escasez de apoyo de apoyo esencial en la vida es causa de la infelicidad. La escasez puede ser causada por accidentes naturales o puede ser creada artificialmente.

En realidad según funcionan las cosas, la competencia entre la gente procura un aumento en la producción, cuyo beneficio principal es cosechado por unos cuantos privilegiado que restituyen lo suficiente a la gente para mantenerla en competencia.
El sistema capitalista imponente en el mundo de hoy apoyado por un cada vez fuerte modelo neo-liberal apela a una de las más antiguas costumbres o hábitos del hombre: la mentira, la cual le ha resultado la más eficaz para mantener activa su propuesta.

Definamos la mentira como “una falta de conformidad con el hecho y la verdad y una falsedad intencional; una proposición no verdadera”. Mentir es un engaño, una falsificación o impostura, así como una afirmación intencional de lo falso. Esta definición incluye en si, no únicamente una declaración intencional de algo que es falso, sino a cualquier acto que contribuya a dar una impresión falsa o a permitir que dicha impresión prevalezca.
Por cual el acto de mentir es “un acto voluntario que entraña afirmaciones falsas y la omisión de afirmaciones que son ciertas y que podrían evitar en la mente de otro una impresión falsa conocida.
Las mentiras no son únicamente declaración falsa (o sea mentiras cometidas expresamente), sino también mentiras por omisión, es decir la ausencia de corrección de una impresión falaz.
Una completa veracidad entre los seres humanos es algo muy raro, pero una actitud de verdad total de parte de las personas mayores para con los niños es algo casi insospechado.
Se supone que no debemos mentir, sin embargo si examinamos esta regla, descubrimos que tiene un sinfín de excepciones. Sólo un único tipo de mentiras parece ser verdaderamente no permisibles el de aquellas que decimos al que es nuestro inmediato superior (nuestros padres, maestros, jefes, gobernantes), así como también el de aquellos que nos cuentan los que nos están inmediatamente subordinados ( nuestros hijos, estudiantes y subalternos). Pero si podemos mentir nosotros a nuestros hijos, a nuestros alumnos, empleados y delegados. Como también podemos esperar que nos mientan nuestros padres, maestros, jefes y gobernantes políticos.

Se requiere un prolongado período de aprendizaje a lo largo de la niñez y adolescencia para acostumbrar a los seres humanos a mentir y aceptar las mentiras de otros, sin protestar.

Se miente concretamente a los niños cuando se les dice de la cigüeña que trae a los bebés, de los “Reyes Magos” que traen los regalos; tal vez esta aparentemente ingenua y tierna mentira pueda ser la que inicie el camino a otros más elaborados que habrá de contener insospechadas connotaciones sociales.
La fantasía de los superhéroes de las historietas habrá de marcar una tendencia en la conducta humana; en estos días resulta mucho más atractivo para los niños instalarse cómodamente y sin correr ningún riesgo frente a la pantalla de una computadora y jugar a ser un superhéroes eliminando enemigos virtuales. Sin compasión y sin culpa sin advertir que ese entretenimiento los ha programado inexorablemente adecuándolos a una sociedad predominantemente represiva que promueve la lucha en lugar de la concertación; la violencia en lugar del acuerdo, apoyando el factor numérico de las mayorías en desmedro de las minorías en lugar de privilegiar el consenso.

A propósito de llevar adelante este despropósito, el hombre elabora sistemas que se adecuan a tales fines. Es imposible para un hombre “ver” a otro hombre como a un semejante si lo hace interponiendo entre ambos la deformada lente de la ambición, del individualismo, de la competencia y de la mentira.

Un sistema que no está basado en la solidaridad, definitivamente no es apto para la raza humana. De ningún modo será exagerado sostener esta afirmación categórica. Esta suerte de advertencia viene a cuento de la resistencia que opondrán aquellos pocos que se favorecen de los sistemas y modelos imperantes.
Nos tratarán de convencer por ejemplo, que el sistema democrático es mejor que cualquier otro conocido, lo cual, no será necesario pues estamos convencidos de que es así. Lo que no es verdad y no sólo en nuestro país, es que la definición de la DEMOCRACIA, no es coincidente con lo que se practica.

Así es que el concepto DEMOCRACIA se define como: “La doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno. Predominio del pueblo en el gobierno político de una nación o país.
Para que esta definición no corra el riesgo de ser “interpretada” agregamos que el término “PREDOMINIO” significa imperio, poder, ascendiente, superioridad, influjo. Cómo es posible afirmar entonces que estamos gobernados por un sistema democrático, si la madre de todas las leyes, la Constitución Nacional determina que “El pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes. Teniendo presente que por deliberarse entiende discutir una resolución, no es necesario ser muy sagaz para darse cuenta que lo que se practica tiene o poco o nada que ver con la democracia.
Definitivamente podemos sostener que la versión democrática de nuestro gobierno es sin lugar a dudas la gran mentira. Como se dice vulgarmente “a las pruebas me remito”.
La figura del representante se halla presente toda vez que deba ser adoptada una decisión política, esas medidas son tomadas exclusivamente por los representantes y sólo frente a una muy evidente, sostenida y multitudinaria resistencia ciudadana se la dejará sin efecto, más por temor al estallido social que a pensar distinto.
Rebelarse en contra de una medida injusta en algunos casos logra resultados favorables, en cambio otras no pueden ser modificadas con un simple movimiento de fuerza. Tomemos un solo caso testigo como muestra. En la década del noventa la idea privatizadora se hizo presente no sólo en los funcionarios del ejecutivo, los medios radiales, escritos y televisivos se encargaron de poner al tanto a toda una población cívica de cambios, de las bondades que traerían las privatizaciones. No cabía duda que las empresas manejadas por el estado eran absolutamente ineficientes y los servicios que prestaban, encima daban pérdidas.
Entre otros se hallaban los ferrocarriles, por aquella época se nos informó que esa pérdida era de un millón de pesos diarios. Es bueno recordar a un conocido personaje mediático, que desde su programa de televisivo, insistía en la necesidad de privatizar todos los servicios que prestaba el estado y daba ejemplo de otros países que se veían beneficiados sustancialmente con esta modalidad.
Es muy posible que no toda la ciudadanía estuviera de acuerdo, pero en una nación donde prevalece la opinión de la mayoría, de nada hubiera valido la opinión de unos pocos. Esta idea se hizo realidad y en un par de años todos o la mayoría de los servicios fueron entregados en concesión a empresas privadas.

La historia que sigue después no es necesario volverla a contar en detalle, pero si diremos que este pseudo confort y este prometido bienestar habría de convertirse en el más cruel e inhumano verdugo de cientos de miles de hombres y mujeres que quedaron en la calle, sin trabajo y sin posibilidades de ubicación en otro empleo. Esta situación prevalece hoy como ayer en una suerte de presente continuo.
En una palabra, la fabulosa idea resultó un gran negocio para unos pocos y la miseria para la mayoría. La desesperación y la impotencia hicieron estragos en los hogares más necesitados.
De la mano de nuestros representantes, el neo-liberalismo hizo su entrada triunfal arrancando a su paso todo lo que pudo. Sólo se tenía en cuenta aquello que servía para comprar o para vender. Las inversiones de capital pusieron bien en claro quien es el amo, el concepto de MERCADO impone las reglas de juego vigentes en el “Aquí y Ahora”.
La principal, la más destacada que constelaniza a todas las demás se apoya en la más enorme y descomunal mentira “EL TRABAJO DEBERA ESTAR SUBORDINADO AL CAPITAL” y esta fórmula es la única viable.
Esta ecuación donde el capital posee más valor que el trabajo se fue perpetuando a través de los tiempos, hasta adquirir el valor de una verdad absoluta. EL hecho real que uno depende del otro no es tenido en cuenta porque el poseedor de un determinado capital (llámese dinero en efectivo u otros bienes), podrá prescindir del trabajo (mano de obra), apelando a otros medios habilitados en el sistema como, comprar bonos de la deuda, valores que cotizan en la bolsa de comercio, préstamos hipotecarios, o el arrendamiento de sus propiedades inmuebles.
Estas posibilidades no están disponibles para aquellos que sólo cuentan con su destreza o su esfuerzo físico y necesaria e imprescindiblemente deberá ser empleado por otro para poder acceder a un salario que no es otra cosa que la recompensa o sueldo que se da por la prestación de un servicio o trabajo.
Si esta explicación fuera la única no estaríamos en condiciones de agregar nada más y tendríamos que resignarnos a aceptarla, más allá que nos guste o no. Algo nos dice sin embargo que no estamos equivocados cuando sospechamos que lo esencial de este asunto no nos es revelado y es cómo y porqué las riquezas están en poder de unos pocos.
En algunos casos la posesión de bienes proviene de una herencia o acertar el primer premio en un juego de azar; ninguna de estas dos situaciones puede ser objeto de juicio. Lo que se hace después con esos bienes es muy probable que si lo sea, porque si su deseo es mantener dichos valores o acrecentarlos, deberá utilizar los medios que le brinda el sistema.

Existen muchas otras formas de acumular fortuna que van desde las más sutiles hasta las más groseras. Permítanme ilustrar una de estas últimas con un ejemplo: en algún momento, una empresa elaboradora de productos lácteos considerada monopólica, que domina el 80% del mercado se valió de una publicidad televisiva invitando al público consumidor a adquirir sus productos comprometiéndose a donar a hospitales públicos un centavo de cada unidad comercializada. Lo que no dice la publicidad es que esta firma, incrementó previamente los precios de todos sus productos sin justificación alguna. Que yo sepa, nadie salió a poner en sobrerelieve este patético y descarado anuncio, ni siquiera fue incluido en el discurso de nuestro máximo representante, el primer mandatario que mostró su autoridad acusando de “botón”, a un supermercadista con nombre y apellido. Todos los medios se hicieron eco de este reproche presidencial, lo que no se mencionó si lo que vino después de esta acusación pública, el ejecutivo implementaría una denuncia formal ante un acto delictivo o simplemente este asunto podrá compararse a la actitud de un papá complaciente que amenaza a su retoño con un chas-chas en la cola si sigue portándose mal.
Estos episodios hace ya mucho tiempo dejaron de ser graciosos o sorprendentes, conforman día tras día la eterna novela en la que el único cambio se da en los actores; el argumento siempre es el mismo.
Cada vez que asumen los nuevos funcionarios las promesas se renuevan; en realidad no se renuevan siguen siendo las mismas: acabaremos con el desempleo, mejoraremos la salud pública, todos tendrán acceso a la educación, combatiremos la corrupción, etc. etc. Esta parafernalia sostenida en discursos encendidos durante la campaña se acalla y se olvida en el mismo momento en que se encierran en sus despachos para comenzar a desarrollar la verdadera historia, “la historia sin fin” que todos conocemos.

Adjudicar la responsabilidad sólo a una de las partes que conforman esta ecuación: PUEBLO- GOBIERNO, sería falso tanto como creer que el sistema tiene vida propia o que proviene de la nada. Definitivamente es el hombre quien elabora el sistema para después someterse a él.
En beneficio de comprender lo más posible este asunto, recurramos a la imaginación, supongamos que necesitamos construir una vivienda para poder albergar nuestra familia. Supongamos también que para poder llevar a cabo esta edificación tenemos que ajustarnos a determinadas reglas predeterminadas comenzando por contratar los servicios de un arquitecto a quien le podemos decir la cantidad de metros cubiertos que necesitamos, cuántos dormitorios, sanitario, cocina y living comedor, todo esto bajo la protección de un contrato formal.
Todas estas especificaciones están debidamente permitidas; lo que no está permitido es la elaboración de un plano, el tipo de materiales a emplear o el tiempo que llevará la construcción de la obra. De igual modo las reglas predeterminadas que señalábamos al principio, no nos permitirán observar y menos aún cuestionar el desarrollo de la misma. En definitiva la única opción nuestra será dejar todo en manos del arquitecto y su propio criterio, esto incluye la calidad de los materiales a emplear, la disposición de los ambientes y las personas que empleará en la mano de obra. Por supuesto no debemos de olvidar que mientras esto sucede el costo que demanda la obra estará a cargo nuestro.

Siguiendo la línea de la imaginería la pregunta que le formulo es: ¿UD. se prestaría a llevar adelante este proyecto? En caso que su respuesta fuera negativa, mi pregunta surge en forma espontánea ¿Cómo es que le resulta inaceptable la idea de edificar una simple vivienda bajo los términos señalados pero las convalida cuando se trata de construir su país?
Tal parece ser que somos capaces de modificar pequeñas cosas, no ocurre lo mismo cuando se trata de medianos y grandes proyectos. De proceder distinto a lo establecido, corremos el riesgo de quedar fuera del sistema. A lo sumo se nos permite criticar el mal desempeño del funcionario de turno pero cuestionar el sistema es considerado blasfemo. Lo mismo ocurre con las religiones tradicionales, cada una de ellas dice tener la verdad y sus voceros afirman ser los representantes de Dios en la tierra y como de una galera mágica extraen desde sus libros sagrados, la palabra de ese Dios.

En este caso, no es mi propósito cuestionar la existencia de un ser superior, tan sólo me remito a formular otra pregunta: ¿Alguien sabe quién o qué es Dios? Si no lo sabemos, cómo es que se puede ser mediador o representante de algo de lo que no se tiene consciencia? A esta altura de los tiempos resulta al menos sospechoso que tanto la política como la religión nos den la misma respuesta: tengan fe.
Entre tanto se nos quiere convencer por un lado que Dios nos ama si somos obedientes y por el otro lado que nos castigará si hacemos lo contrario. Este planteo va en contramano con el libre albedrío y si a eso le agregamos que el amor y el castigo son atributos humanos, la figura divina de Dios queda totalmente desdibujada.
Me atrevo a pensar que Dios es algo más de lo que se dice de él, que no son necesarios los templos, las iglesias, las mezquitas, ni los escenarios. También pienso que no necesita representantes y que por ser lo que es, habita en cada uno de nosotros y es nuestra responsabilidad el poder descubrirlo.

A mi modo de ver los dogmas y la política poseen algo en común, sus representantes. Ambas nos invitan a aceptar sus doctrinas basadas sólo en la fe. Desde el púlpito o la tribuna nos arengan a entrar en fila ordenada a los distintos bretes preparados de antemano. Los pastores y los candidatos nos señalan el camino sosteniendo enfáticamente que este es el verdadero, que no miremos para atrás.

Uno de esos personajes nos proponía hace poco tiempo “síganme no los voy a defraudar”. Alcanzaríamos la salvación si albamos a Dios mediante la oración y entraríamos en el primer mundo si no nos soltábamos de la mano del carismático representante político, elegido democráticamente.
Ninguna de las dos promesas se hizo realidad ni siquiera a medias.












martes, 20 de enero de 2009

¿QUE HACEMOS MAL, PARA SEGUIR MAL?

LA TRANSFERENCIA
“Si queréis conocer el carácter de un hombre, otorgadle poder”
Abraham Lincoln
CAPITULO VIII


La transferencia de poder de un hombre a otro hombre se ha dado y se continúa dando dentro de distintos marcos de circunstancias.
Países como Inglaterra, Holanda, España y Francia (por tomar algunos como ejemplos) fueron protagonistas históricos del llamado “colonialismo” adueñándose de países enteros sojuzgando a sus ocupantes, legítimos dueños de esos territorios. Lo hicieron en nombre del rey o de la reina de turno.
El infame comercio de esclavos ejercido hasta el siglo pasado al sur de EE.UU. constituye uno de los más aberrantes actos de explotación conocidos.
El siglo xx. sin embargo fue determinante en su carrera involutiva destacándose la mayor muestra del horror en la figura del holocausto.

Nuestro país no es ajeno a similares o análogos horrores sociales. La figura del esclavo está presente en los talleres que a diario se descubren, en donde hombres y mujeres son obligados a trabajar diecisiete horas diarias por una remuneración paupérrima, hacinadas en sótanos y con el lecho a un costado de su máquina.
Los malos tratos a los niños se ha convertido en una epidemia y constituyen la causa principal de las hospitalizaciones en la infancia. No es infrecuente oir de padres que han golpeado a sus hijos hasta dejarlos imbéciles, ciegos, que les han quemado con cigarrillos, que los han escaldado en agua hirviendo, que los han abandonado a su suerte en algún basural o un descampado, recién nacidos o que han cometido toda clase de crímenes atroces.
Las crónicas diarias nos estremecen con las imágenes televisivas mostrando ancianos asaltados en sus propios domicilios y torturados por una delincuencia sin códigos, a veces hasta matarlos en búsqueda de sus ahorros.
Estos hechos singulares forman parte de un muestrario más amplio conformado por cientos de miles de niños, adultos y ancianos condenados por la desnutrición que viven en un país que produce cien veces más la cantidad de alimentos que el número total de sus habitantes.

Aunque por mi edad ya no debería verme conmocionado ante tales hechos, me siguen dejando continuamente asombrado. Resulta difícil comprender por qué, ante una elección entre la dicha y la desesperación, la gente sigue eligiendo tan a menudo desesperarse.

Mis experiencias diarias me relacionan con individuos que parecen por completo carentes de vida y terriblemente apáticos y lo más perturbador de todo, es su completa falta de respeto hacia su condición de persona.
La mayoría de ellos se desagradan a sí mismos y donde están y elegirían si pudiesen ser otra persona y hallarse en distinto lugar. Se muestran suspicaces, respecto a los demás, así como esquivos hacia su propio ser, al que mantienen firmemente enterrado, aunque sean penosamente conscientes de su presencia. Temen los riesgos, carecen de fe y se mofan de la esperanza como si constituyese un desatino romántico.
Parecen preferir vivir en constante ansiedad, miedo y lamentaciones. Están demasiado asustados como para vivir en el presente y se hallan del todo desvastados por el pasado; son demasiado cínicos para mostrar confianza y demasiado suspicaces para amar.
Murmuran negativas y amargas acusaciones y echan la culpa a un inclemente Dios, a unos padres neuróticos o una podrida sociedad por haberlos colocado en un desesperante infierno en el que se sienten inermes.

No son conscientes o no se muestran deseosos de aceptar su potencial y se refugian en sus propias limitaciones.
La mayoría de ellos matan el tiempo, como si les fuera a durar siempre y jamás parecen buscar soluciones constructivas para su miserable situación sólo pretenden vivir lo menos dolorosamente posible. Les preocupa poco su estilo de vida o su realización personal.
Se dedican a vagas especulaciones referentes a la vida posterior a la reencarnación y a la nueva disposición de las energías, con lo que ignoran la realidad esencial: que están vivos hoy; que tienen una vida que vivir ahora; que, sean lo que sean ello no constituye nada mas que la base con la que tendrán que trabajar para convertirse en los seres que serán mañana; que pueden, en cualquier momento, volver a nacer y reorganizar sus existencias para vivir con paz, dicha y amor.

Vivimos en un sistema político que se enorgullece de su inteligente actitud y dedicación a la paz universal ya la libertad, premisas sólo empleadas para ornamentar un discurso ya que no somos más pacíficos, libres de prejuicios o antimilitaristas que los sistemas políticos que tememos y condenamos.
También nosotros hemos desempeñado una parte activa en el siglo más sangriento de la historia conocida.
El estudio de la historia religiosa no ha llegado a conclusiones más optimistas o positivas. Encontramos un vasto número de individuos que se han sentido abandonados y enajenados de Dios y de sus iglesias, así como masas de mal encaminados fanáticos que han conseguido presentar la apatía, el odio, el prejuicio, el miedo, la violencia e incluso el asesinato en masa, como si todo ello fuese la voluntad de Dios.

A partir de esta deprimente perspectiva histórica de los seres humanos y de las instituciones que han creado, no resulta sorprendente que debamos buscar agentes fuera de nosotros mismos para hallar alguna esperanza en el futuro.
Transferir el poder a otros es el juego, es el modo mediante el cual creemos zafar de la responsabilidad.
Si estudiáramos con atención la conducta descubriríamos, por lo general, que la impotencia emocional, la apatía, la falta de comprensión y la resistencia al cambio que observamos en los demás también son propias de nosotros. Nosotros somos ellos. Creamos nuestra trampa privada y nos negamos a admitir que las tenemos nosotros mismos.

Cuando las cosas no se hacen, es que nosotros no las hemos hecho; cuando existe una incomprensión, también es nuestra; cuando nos encontramos en un estado de dolor emocional o tensión, somos nosotros quienes hemos elegido estar así. Si no nos convertimos en todo lo que somos, es que no estamos cambiando y porque nosotros, además, debemos sufrir nuestro propio no ser.
Nuestros representantes no pueden enseñarnos o cambiarnos, sólo nosotros podemos hacerlo. Las instituciones no pueden brindarnos paz, seguridad o alegría; esas sensaciones son únicamente nuestras (el mundo del miedo, de la alegría o las lágrimas, es un mundo muy privado y personal)."ellos" no pueden hacer que nos realicemos. Sólo cada uno de nosotros podemos forzarnos a nosotros mismos y empezar de nuevo.
Debemos cesar de echar la culpa a los demás y asumir la plena responsabilidad de crear nuestras propias vidas.
“EL MESIAS”
Jesús de Nazareth – El Redentor- El Hijo de Dios.

CAPITULO VII

La historia de su vida habrá de ser escrita algunos años después de su muerte, aproximadamente entre los años 50 al 95. En el transcurso del tiempo muchos hombres se plantearon de una u otra manera la misma pregunta, ¿Quién es este Jesús, de quien tanto se habla, a quien tanta gente sigue aún después de tantos siglos que se verificó su existencia histórica, que suscita tantos odios, tantos enconos y tanto amor?”
Párrafo extraído del libro “Yo soy la verdad”, escrito por Delcuve, Buys S.J y Labarca., de la colección Lumen Vital, manuales de instrucción religiosa compuesta por profesores de la compañía de Jesús, Ediciones Ágape, Bs.As. 1965.

Sin duda las singulares propuestas de Jesús formuladas en su época provocaron asombro y rechazo. Asombro para aquellas mayorías que subsistían sumergidas en la miseria y la ignorancia; rechazo por las minorías que ostentaban la riqueza y el poder.
La atención que dispensaba a los pobres y desamparados contrastaba con el desprecio que decía sentir por los ricos. Hoy en día esa diferencia se la conoce como la injusta distribución de las riquezas.
Los conceptos innovadores de Jesús que más fueron resistidos y combatidos, fueron aquellos referidos a la solidaridad -término que obliga a las personas: a adherirse o asociarse a las causas, empresas u opiniones de otras- podría agregarse, a las necesidades de otras.
Este precepto está presente en la propuesta cristiana “Amaos los unos a los otros.”

Sería atinado detenernos en esta cuestión y empezar a preguntarnos porqué después de dos mil años, este fundamento benigno se halla cada vez más lejos de consolidarse entre los humanos.
Retomando la versión del libro mencionado dice al respecto: Jesús fue un ser de carne y hueso que se situó en un punto del espacio y del tiempo bien determinado. Realizó la trayectoria de su existencia desde su nacimiento hasta su muerte, en Palestina hace dos mil años, dominado por el imperio romano.
En ese transcurso vivió oculto durante años y en los tres restantes habló –dijo traer un mensaje de parte de su padre, fue acosado por sus compatriotas y finalmente condenado como infractor de las leyes a la pena capital. Luego aseguraron algunos testigos que realizó una hazaña nunca vista; volver a la vida, ser visto por muchas personas y desaparecer finalmente hacia lo alto.
En resumen: Jesús fue una personalidad histórica bien definida que creó un tipo de religión muy exigente (ordenó amar al enemigo), cuyos adeptos, aún hoy día dice adecuar su manera de vivir conforme a directivas transmitidas en unos libros llamados Evangelios.
De Jesús quedan sus palabras, sus hechos, sus gestos que nos han narrado diversos testigos oculares. Según los relatos bíblicos Jesús se presenta ante sus pares humanos como el hijo de Dios y portador de la palabra de su Padre.

De ser esto verdad, ¿Cómo se explican los resultados obtenidos? Sin duda algo falló, ¿Acaso el mismo Dios cometió el error?

El orden planetario y el milagro de la vida atribuidos al creador invalidan estas hipótesis, por lo tanto, parecería ser que la dirección correcta apunta a la responsabilidad del hombre.
De lo que más se lamenta el ser humano es la falta de un ordenamiento social que le permita coexistir en paz y armonía. Incapaz de resolver esta situación continúa aferrado a la idea del “no puedo”, por eso suplica, reza e implora, renunciando a su condición de haber sido dotado de inteligencia y voluntad.
Lo más notable es que en otras áreas del conocimiento el hombre no aplica el mismo criterio, el terreno de la ciencia y la tecnología son muestras indiscutibles de la otra cara de la misma moneda.
A medida que se rodea de nuevos productos que le proporcionan bienestar, paradojalmente el acceso a los mismos, le abre las puertas del eterno conflicto; el hecho cierto que las posibilidades no están al alcance de todos.
Esta situación no resuelta se la pretende justificar con las diferencias de clases, lo que se oculta es la diferencia de oportunidades, que existe entre la gente.
No me estoy refiriendo a suntuarios, sino a los miles de millones de personas que no alcanzan a cubrir ni siquiera sus necesidades básicas.

El precepto cristiano subraya esta realidad: “Pero yo os digo a vosotros que me escucháis: amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian .Al que te hiere en una mejilla ofrécele la otra y a quien te tome el manto no le impidas tomar la túnica: da a todo al que te pida y no reclames de quien toma lo tuyo. Tratad a los hombres de la manera en que vosotros queréis ser de ellos tratados”. San Lucas 6:27-31

Estas propuestas contenidas en las sagradas escrituras bíblicas no resisten el menor análisis racional, en todo caso y sin mayor esfuerzo se puede afirmar que la adopción de cualquier a de ellas nos convertiría en súbditos de la injusticia. .

¿Quién puede entonces afirmar que ésta es la palabra de Dios?








lunes, 1 de diciembre de 2008

¿QUE HACEMOS MAL, PARA SEGUIR MAL?

PARTIDOS POLITICOS

CAPITULO VI

IDEOLOGIAS: izquierda, derecha, del centro, centro izquierda, centro derecha, ultra izquierda, ultraderecha.
Justicialistas, democratacristianos, radicales, socialistas, comunistas, progresistas, peronistas.
SISTEMAS: capitalismo, comunismo, socialismo, neoliberalismo.

La predisposición a dividirnos es tan acentuada que ni siquiera los últimos grupos que se formaron llamados popularmente “piqueteros”, se salvaron.


Este deporte nacional muestra por sí mismo el grado de involución de una ciudadanía enajenada, subordinada a un cada vez mas creciente número de “dirigentes” a quienes sólo les interesa destacarse, imponiendo su particular idea del reclamo o de protesta, aunque la diferencia entre unos y otros sea un punto o una coma.
La cuestión es aparecer como referentes de determinada cosa y demostrar a los otros que tienen mayor poder de convocatoria.

Los tiempos muestran siempre un algo en común y es su discurso. La arenga reiterativa nos invita a sumar voluntades, asegurándonos que él tiene las soluciones a nuestros problemas y que si apoyamos su proyecto, lograremos alcanzar lo que deseamos.
Nos dicen que vamos a derrotar la pobreza, combatir el desempleo, a fomentar la educación, a terminar con la corrupción, a repartir equitativamente las riquezas, desarrollar nuevos planes de salud pública, en donde nadie esté excluido, terminar con la inseguridad etc., etc.

Todas estas promesas son puestas a futuro afirmando que serán cumplidas a condición de ser votados por la mayoría y de ese modo ganar las elecciones. Hasta el día de hoy estos argumentos bastaron para que millones de personas sufragaran en las urnas, acabando por entronar a uno de estos gurues y su séquito a la espera que en adelante, esas promesas hechas durante la campaña se hagan realidad.

Lo que no se tiene en cuenta es que el sufragio es en realidad el único acto de participación voluntaria del ciudadano. Hasta allí determina, después no. De esto último no se tiene conciencia porque el detalle más importante brilló por su ausencia.
Se hizo hincapié todo el tiempo en lo “QUE” se iba hacer, lo que no se mencionó en ningún momento es el “COMO”.


La omisión de este gran detalle, en el caso que alguien lo tomara en cuenta será justificado por cualquier político que se precie de tal, recurriendo a la definición de la Política: “Arte de gobernar y dar leyes conducentes a asegurar la buena marcha del Estado y la tranquilidad y el bienestar del ciudadano”
Dicho de otra manera, si la política es lo que dice el diccionario y está bien, ellos en su condición de políticos también lo están, porque son los que ejercen ese arte.

Nos piden que confiemos en ellos, más aún nos afirman que ellos pueden hacer esto y aquello también y lo único que necesitan, es que los elijamos.
Ocurre que después de tantos años de democracia, la definición que más se acerca a la realidad de los hechos, dice que: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Groucho Marx.

En un país de 40.000.000 de habitantes resulta prácticamente imposible llegar a pensar que un minúsculo grupo tome las riendas del poder político y menos aún si quienes son los encargados de elegirlos, ignoran que cualidades los distinguen para ejercer ese poder.
Paradójicamente resulta muchísimo más complejo tramitar un permiso para conducir, qué elegir un candidato entre elección y elección, el sistema nos permite ejercer nuestra voluntad. Entre las ocho de la mañana hasta las dieciocho horas podemos hacer lo que queremos en lo que ha sufragar respecta.


Exactamente diez horas durará nuestro tiempo de decisión. No estaríamos desacertados si comparamos esta especie de recreo concedido con el se practica en el sistema carcelario, durante determinado tiempo podemos salir al patio a tomar sol, concluido ese tiempo debemos volver cada uno a su celda.

Tenga en cuenta estemos donde estemos el sistema siempre está presente, aún en el período de renovación entre los funcionarios salientes y sus reemplazantes. Son estos quienes se harán cargo de tomar la posta y nos conducirán según su saber y entender.
Estos “iluminados”, elegidos por el voto popular y periódicamente renovados bajo las condiciones señaladas, se harán cargo de nuestros destinos de ciudadanos.

Considerar este acto como racional resultaría sin duda irracional teniendo en cuenta el factor numérico y una evidente minoría es considerada capaz, decisión que toma la enorme mayoría para después aceptar ser gobernado por aquella.
La ecuación MAYORIA-MINORIA funciona en realidad durante 10 horas. El tiempo que le sigue deberá leerse la misma ecuación pero a la inversa MINORIA-MAYORIA.

Suponiendo que esta fórmula que se obtiene fuese la acertada deberíamos reconocer que sólo este pequeño puñado de personas son los únicos que han adquirido condiciones para ver más allá de sus narices. Los demás, los millones restantes no calificamos por lo tanto como no pensamos y no intuimos, no podemos deliberar ni gobernar sino a través de nuestros representantes que si son capaces de hacerlo.

Buscando afanosamente una razón de peso que justificara tamaña descalificación, me sentí más confortado cuando me vi, obligado a reconocer que seguramente ninguno de nosotros, los que estamos de este lado se animaría a correr el riesgo de ser demandados por Dios y por la Patria, por mal desempeño en nuestra función.
¡Sí señor! No le demos más vueltas UD. y yo estamos de acuerdo. Estos cargos son sólo para corajudos. .


¿QUE HACEMOS MAL, PARA SEGUIR MAL?

“USTED TIENE RAZON”

IV CAPITULO

La diferencia de calidad de vida entre UD. y otras personas se debe al tipo de creencias que cada uno tiene.
“Si usted cree que puede hacerlo, tiene razón; y si usted cree que no puede hacerlo, también tiene razón”.
La famosa frase atribuida a Henry Ford, marca lo fundamental de las creencias de cada uno. No sólo las creencias en sentido político o religioso sino todo lo que una persona cree. Según creemos, así nos sucede la vida.



Resultados:
Una creencia cualquiera es un “ESTAR DE ACUERDO” con lo que la realidad es de tal o cual manera.

Lo que creo define mi realidad. Mi realidad define mis acciones. Mis acciones definen mis resultados. Es decir que los resultados que voy logrando en la vida están basados en las creencias que tengo.

Si cambio de creencias, cambio de conductas y entonces van cambiando los resultados que logro. Si no cambio de creencias, nada cambia.

En que:
Es fundamental conocer “En que” creemos. Tanto nuestras creencias conscientes como las creencias mas profundas, deciden nuestra realidad. Mientras mejor las conocemos, más podemos influirlas para modificarlas.
¿No es tonto querer cambiar los frutos de un árbol pintándolos de otro color o tratando de darle otra forma?
La única manera de cambiar los frutos de un árbol es cambiando la semilla. La semilla es la creencia.

Razón:
Así que si usted cree que su vida siempre será “Así” usted tiene razón; y si usted cree que su vida puede cambiar para mejor, usted también tiene razón. Usted decide.

Hoy día:
¿En qué ideas anda creyendo hoy día?, ¿Qué está pensando acerca de usted, de sus asuntos, de sus relaciones y de su vida toda?, ¿Qué está creyendo?

Busque ideas positivas, estimulantes, que lo llenen de alegría y entusiasmo y llénese de esas ideas.
Empiece a pensar cosas buenas y hasta fantásticas para usted. Llénese de creencias de que “SI PUEDE”.
Porque usted tiene razón: Usted puede.

lunes, 6 de octubre de 2008

¿QUE HACEMOS MAL, PARA SEGUIR MAL?

TRATA MÁS
IV CAPITULO

Las novedades aportadas por la ciencia y la tecnología realimentan día a día nuestra capacidad de asombro. La medicina logra éxitos asombrosos en terrenos hasta hace muy poco tiempo insospechados proporcionando al hombre la posibilidad de vivir mayor cantidad de años con una mejor calidad de vida. Las comunicaciones se han perfeccionado a tal punto que ningún lugar del planeta queda fuera de la posibilidad de establecer contacto. Los medios de transporte nos trasladan de un punto a otro del mundo sin inconveniente con rapidez y comodidad.
Todos esos logros puestos al servicio del hombre contrastan con otros que han proliferado como el mercado de estupefacientes y la creación cada vez mas sofisticada de armas de destrucción masiva. Estos “PRODUCTOS” más allá de haber sido elaborados con propósitos diferentes, tienen algo en común y es su modernización, o sea han logrado alcanzar un grado mayor de perfeccionamiento en la función para la cual fueron previstas.

En cuanto a lo que respecta a la organización de las relaciones sociales humanas, lamentablemente no podemos decir lo mismo; más aún podemos afirmar que en este campo la raza humana ha involucionado en términos más que alarmante y no existe ningún indicio que señale el final de este constante deterioro.
Lo dicho no sorprende a nadie, todos y cada uno de los seres que habitamos este planeta, conoce esta paradoja y tal parece nadie se anima a resolverla.
Las razones o los motivos de que esto sea así son innumerables y esta obra no pretende analizarlos todos, ni siquiera la mayoría; eso no significa que no esté dispuesto a avanzar en esa dirección proponiendo un enfoque simple pero muy poco explorado.

Así es que se destaca que la ciencia y la tecnología se hallan en un plano de avanzada sea para beneficio del hombre o para destruirlo; y esto sucede porque forman parte de los “productos” que se cotizan en el mercado para su compra o venta.
La elaboración de estos bienes de consumo tiene cabida dentro del sistema y cuentan siempre con mecenas apropiados para su permanente desarrollo.

Otra cosa muy distinta es pretender avanzar en alcanzar una organización social que favorezca a todos los humanos, simplemente porque ello va en contra de los dueños del sistema que se nutren precisamente de la desigualdad creada artificialmente. Las reglas de juego establecidas son cada vez más rígidas con límites imposibles de transponer a tal punto que de intentarlo podría llegar a costarle la vida.
Está terminantemente prohibido cuestionar el dogma, porque es sagrado y no debo poner en duda el valor de los representantes políticos, porque quebranto la ley que los legaliza. Precisamente es en este punto donde los representantes de la religión y los del gobierno muestran las bases en común que los justifica y los sostiene en el poder.
Deben recurrir a mí, dice el sacerdote, porque yo soy el representante de Dios en la tierra. Pídanme a mí, dice el gobierno, yo mediaré sus necesidades ante el sistema. En la mayoría de los casos estas peticiones no son satisfechas, ni por Dios ni por el sistema, sin embargo y en lugar de tomar en cuenta esto último seguimos insistiendo, tratando y tratando, y lo seguiremos haciendo mientras juguemos a estúpidos, permitiendo que un puñado de seudos iluminados nos indique el camino a recorrer.

En tanto, mirando al cielo busquemos la misericordia de Dios o el milagro de los santos y las vírgenes, en lugar de pensar que ese poder está dentro de nosotros mismos, y que en verdad, Dios lo puso allí para ser utilizado.
Estoy convencido que nada tenemos que pedirle a Dios, más de lo que nos fue concedido por El. Del mismo modo creo que debemos prestarnos la ayuda que necesitemos entre los hombres, en un constante dar y recibir solidario.

Para que esto sea posible es imprescindible elaborar un sistema que asiente sus bases en la solidaridad y que los derechos y los deberes humanos, no sea un simple enunciado.
Que todos y cada uno de nosotros pueda tener acceso directo a esa construcción sin ninguna ley que prohíba el aporte de cualquier humano y la decisión final, siempre dada por el consenso de todos. Este sistema deberá ser lo suficientemente potente para conciliar las diferencias.
Deténgase unos instantes y piense que cada humano es único e irrepetible, por lo tanto todos somos distintos en el carácter, en el temperamento, súmele a esto, las aptitudes, las condiciones, ambiciones, expectativas, inteligencia, gustos. Piense también que esta es una realidad natural y por lo tanto digna de respeto.
Agregar a todo esto la diferencia entre mayorías y minorías, aparece como un invento perverso, que sólo tiene la intención de someter al hombre a un sistema, en lugar de adaptar un sistema apropiado para él.
Este disparate perpetuado a través de los tiempos lo único que ha dado por resultado, es la enajenación humana, privilegiando a unos pocos y marginando al resto. Insistir en lo mismo, es como “querer salir de un pozo tirándose de los pelos.”
En caso de creer que esta conclusión a la que arribo es apresurada y le quedan algunas dudas al respecto o directamente piense que son simples especulaciones, lo invito a que trate de rebatir lo que propondré a continuación.

¿Sabe usted que básicamente estamos vivos gracias al concepto solidario que obra en todos nosotros? Trate sino de explicarse, como es que se enlazan los sistemas y aparatos que conforman nuestra anatomía determinando un cuerpo físico autónomo; extienda ahora la idea a todo el universo.
Podemos deducir que las enfermedades y la muerte no son más que una falla, un error o una interrupción en la cadena solidaria. Del mismo modo podemos concluir que la diversificación de lo que sea no es el problema sino como logramos conciliar armónicamente tales diferencias. Este atributo divino compartido por toda la raza humana ni siquiera tenemos que decidirlo; sólo basta con asumirlo pues es el primero de los principios que hacen posible el sentimiento de identidad.

Tener identidad está referido a dar respuesta a la pregunta ¿Quién soy? Lo cual no es otra cosa que un sentimiento de ser una unidad autónoma, independiente de la situación en que nos hallemos, la actividad que ejerzamos o al grupo a que pertenezcamos.
Tener identidad significa poseer un núcleo absoluto que define lo que es bueno para el ser propio. La identidad no puede adquirirse sin vínculos con personas o sin experiencia humana en una variedad de situaciones.
Tener identidad se refiere a tu estado de responsabilidad en primer término hacia ti mismo, lo que te obliga a ocuparte por tu propio bienestar y crecimiento y evitar todo lo que vaya en detrimento de tu cuerpo y tu alma: implica tu capacidad de comprometerte en objetivos a largo plazo que te permitan reducir al mínimo las actividades emprendidas por razones de oportunidad o aburrimiento. Por eso cuando sepas a que medio perteneces, en quien puedes confiar, quien te ama, que es lo que debes aprender y quien te ayudará cuando te encuentres en dificultades, será señal que habrás adquirido el sentimiento de tu identidad.

martes, 9 de septiembre de 2008

¿QUE HACEMOS MAL, PARA SEGUIR MAL?

FUERA DE CONTEXTO

III CAPITULO

Un sistema es un conjunto de reglas o principios enlazados entre si formando un cuerpo de doctrina. Conjunto de cosas que ordenadamente contribuyen a determinado objeto. En el caso que nos toca observar el objeto excluyente es el ser humano y su incesante búsqueda de una mejor calidad de vida. Para que esto sea posible sus pretensiones deberán ajustarse a determinadas reglas predeterminadas y aceptadas por consenso, teniendo en cuenta su condición de ser racional. Sumando a esto del mismo modo resulta imprescindible tomar muy en serio su condición de ser emocional. No tener en cuenta esto último, impide tomar conocimiento al respecto de la naturaleza humana y es precisamente en este punto en donde se cometió el error de apreciación.

Para poder amar a nuestro enemigo deberíamos renunciar al miedo y a la rabia, emociones lógicas y auténticas.
La intencionalidad de querer cambiar el rumbo de la humanidad ignorante y cruel de hace dos mil años atrás, fue sin ninguna duda un acto heroico e inútil. El error de cálculo de Jesús fue pretender hacer frente a un poder despótico constituido, con elementos tan endebles como son los preceptos. Hoy conocemos el origen de los mismos y lo difícil que resulta poder cambiarlos.
Los hombres que rodeaban a Jesús compartían con el resto de la población, otros preceptos diametralmente opuestos a los que se les proponía adoptar y esto no se logra, por más que se diga que estos últimos provienen del mismo Dios. Es muy probable que Jesús haya apelado a esta versión para darle la fuerza suficiente y convencer a sus coterráneos que él, era el hijo de Dios y lo que proponía era la verdad.

Tengamos presente que el Poder es: “La capacidad de hacer que la gente haga algo.”
Definitivamente Jesús carecía de esa capacidad, pues después de dos siglos la gente no hace nada referido a lo que él propuso, ni aquellos ni estos que dicen ser creyentes. No es lo mismo decir que hacer.
Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la humanidad en el aquí y ahora y en su progresiva enajenación, no tiene en cuenta ni siquiera los mandamientos, de los que se dice fueron confeccionados por el mismo Dios. Por lo tanto, a aquellos que creemos que existe un Ser Superior, nos resulta imposible de sostener que estas propuestas provengan de El. Más allá del valor que pudieran tener las mismas, su aplicación carece de la fuerza necesaria para llevarlas a cabo, y es porque están fuera de contexto.
Si aquello que se afirma, que fuimos creados a imagen de Dios es cierto, todo lo dicho apunta a descalificar nuestra racionalidad y renunciar a la creatividad, reduciendo la personalidad sólo a lo que debemos o no debemos hacer, lo cual entró en colisión con aquello del libre albedrío; he aquí la resistencia.
El precepto es una prohibición o una negación del comportamiento libre de la persona. De lo que estamos seguros es que provienen de la figura paterna.
Haciendo una lectura de los componentes de la personalidad humana, observamos que a veces actuamos como Padres, a veces como Adultos y a veces como Niños. Teniendo presente estas funciones, podemos determinar que las religiones tradicionales hacen hincapié solamente en darle valor a la primera; la del Padre no teniendo en cuenta al adulto ni al niño, que obra dentro de todo hombre.
Wilhelm Reich vio que el hombre es en su nivel más profundo de “natural sociabilidad y sexualidad, disfruta espontáneamente del trabajo y tiene capacidad innata para amar.”

El opinaba que la represión de este fundamento benigno y más profundo del ser humano hacía brotar “el inconsciente freudiano,” dentro del cual predominan el sadismo, la codicia, lascivia, envidia y perversidad de toda clase. Reich infirió que la represión existía no en beneficio de una edificación moral, (como lo afirman las religiones tradicionales), ni por el bien del desarrollo cultural, (como sostenía Freud), sino simplemente para crear la estructura de carácter necesaria para la preservación de una sociedad represiva.
Gran cantidad de los escritos de Reich, es contra la familia, donde domina el padre, lo cual el consideraba como “una fábrica de ideologías autoritarias.” Reich opinaba que el gobierno autoritario y la explotación económica del pueblo, era sostenida por la familia autoritaria y que la familia era parte indispensable de semejante orden de cosas.
Herbert Marcuse es otro escritor que considera la relación entre una sociedad opresiva y la infelicidad de la gente. De esta manera Marcuse y Reich relacionan la manipulación social y psicológica de los seres humanos, por los seres humanos que les rodean -incluso la familia- con un orden social opresivo. De este modo, la opresión establecida produce gente –especialmente hombres- que pueden ser explotados por otros, como máquinas operantes.

También sucede que, así como algunas personas han acumulado grandes sumas de dinero con un esfuerzo relativamente pequeño, los ricos se vuelven mas ricos y los pobres se vuelven mas pobres, mientras que la mediana mayoría tiene que luchar diariamente para conciliar los extremos. Esta es la forma en que se dan las cosas, en las formas de gobierno, y no es casualidad que el parecido con los dogmas religiosos resulte asombroso.
Las únicas diferencias formales son en este caso, que los Mesías provienen de los partidos políticos y se forman en el poder por aprobación de la mayoría popular. El poder ejecutivo, el legislativo y el judicial desempeñan la función del poder y un puñado de elegidos imponen los preceptos a seguir por los gobernados a través de normas, decretos, leyes, etc.
Todos y cada uno de los gobiernos de turno hablan el mismo idioma y repiten hasta el cansancio que su misión es la de sacarnos de la pobreza. Que yo sepa, nunca ningún gobierno lo logró, eso sí, siempre tienen un porqué y ese porqué siempre es el mismo. La culpa es del otro o de los otros.

Lo que no revelan, es que en realidad no pueden y no quieren hacerlo, sencillamente porque forman parte del sistema o del modelo que dicen combatir utilizando las mismas reglas de juego. Todos sabemos que no se puede ser juez y parte, ¿porqué entonces insistimos siempre en lo mismo?
En definitiva las propuestas religiosas al igual que las políticas, no pasan de ser tan sólo expresiones de deseos.