martes, 9 de septiembre de 2008

¿QUE HACEMOS MAL, PARA SEGUIR MAL?

FUERA DE CONTEXTO

III CAPITULO

Un sistema es un conjunto de reglas o principios enlazados entre si formando un cuerpo de doctrina. Conjunto de cosas que ordenadamente contribuyen a determinado objeto. En el caso que nos toca observar el objeto excluyente es el ser humano y su incesante búsqueda de una mejor calidad de vida. Para que esto sea posible sus pretensiones deberán ajustarse a determinadas reglas predeterminadas y aceptadas por consenso, teniendo en cuenta su condición de ser racional. Sumando a esto del mismo modo resulta imprescindible tomar muy en serio su condición de ser emocional. No tener en cuenta esto último, impide tomar conocimiento al respecto de la naturaleza humana y es precisamente en este punto en donde se cometió el error de apreciación.

Para poder amar a nuestro enemigo deberíamos renunciar al miedo y a la rabia, emociones lógicas y auténticas.
La intencionalidad de querer cambiar el rumbo de la humanidad ignorante y cruel de hace dos mil años atrás, fue sin ninguna duda un acto heroico e inútil. El error de cálculo de Jesús fue pretender hacer frente a un poder despótico constituido, con elementos tan endebles como son los preceptos. Hoy conocemos el origen de los mismos y lo difícil que resulta poder cambiarlos.
Los hombres que rodeaban a Jesús compartían con el resto de la población, otros preceptos diametralmente opuestos a los que se les proponía adoptar y esto no se logra, por más que se diga que estos últimos provienen del mismo Dios. Es muy probable que Jesús haya apelado a esta versión para darle la fuerza suficiente y convencer a sus coterráneos que él, era el hijo de Dios y lo que proponía era la verdad.

Tengamos presente que el Poder es: “La capacidad de hacer que la gente haga algo.”
Definitivamente Jesús carecía de esa capacidad, pues después de dos siglos la gente no hace nada referido a lo que él propuso, ni aquellos ni estos que dicen ser creyentes. No es lo mismo decir que hacer.
Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la humanidad en el aquí y ahora y en su progresiva enajenación, no tiene en cuenta ni siquiera los mandamientos, de los que se dice fueron confeccionados por el mismo Dios. Por lo tanto, a aquellos que creemos que existe un Ser Superior, nos resulta imposible de sostener que estas propuestas provengan de El. Más allá del valor que pudieran tener las mismas, su aplicación carece de la fuerza necesaria para llevarlas a cabo, y es porque están fuera de contexto.
Si aquello que se afirma, que fuimos creados a imagen de Dios es cierto, todo lo dicho apunta a descalificar nuestra racionalidad y renunciar a la creatividad, reduciendo la personalidad sólo a lo que debemos o no debemos hacer, lo cual entró en colisión con aquello del libre albedrío; he aquí la resistencia.
El precepto es una prohibición o una negación del comportamiento libre de la persona. De lo que estamos seguros es que provienen de la figura paterna.
Haciendo una lectura de los componentes de la personalidad humana, observamos que a veces actuamos como Padres, a veces como Adultos y a veces como Niños. Teniendo presente estas funciones, podemos determinar que las religiones tradicionales hacen hincapié solamente en darle valor a la primera; la del Padre no teniendo en cuenta al adulto ni al niño, que obra dentro de todo hombre.
Wilhelm Reich vio que el hombre es en su nivel más profundo de “natural sociabilidad y sexualidad, disfruta espontáneamente del trabajo y tiene capacidad innata para amar.”

El opinaba que la represión de este fundamento benigno y más profundo del ser humano hacía brotar “el inconsciente freudiano,” dentro del cual predominan el sadismo, la codicia, lascivia, envidia y perversidad de toda clase. Reich infirió que la represión existía no en beneficio de una edificación moral, (como lo afirman las religiones tradicionales), ni por el bien del desarrollo cultural, (como sostenía Freud), sino simplemente para crear la estructura de carácter necesaria para la preservación de una sociedad represiva.
Gran cantidad de los escritos de Reich, es contra la familia, donde domina el padre, lo cual el consideraba como “una fábrica de ideologías autoritarias.” Reich opinaba que el gobierno autoritario y la explotación económica del pueblo, era sostenida por la familia autoritaria y que la familia era parte indispensable de semejante orden de cosas.
Herbert Marcuse es otro escritor que considera la relación entre una sociedad opresiva y la infelicidad de la gente. De esta manera Marcuse y Reich relacionan la manipulación social y psicológica de los seres humanos, por los seres humanos que les rodean -incluso la familia- con un orden social opresivo. De este modo, la opresión establecida produce gente –especialmente hombres- que pueden ser explotados por otros, como máquinas operantes.

También sucede que, así como algunas personas han acumulado grandes sumas de dinero con un esfuerzo relativamente pequeño, los ricos se vuelven mas ricos y los pobres se vuelven mas pobres, mientras que la mediana mayoría tiene que luchar diariamente para conciliar los extremos. Esta es la forma en que se dan las cosas, en las formas de gobierno, y no es casualidad que el parecido con los dogmas religiosos resulte asombroso.
Las únicas diferencias formales son en este caso, que los Mesías provienen de los partidos políticos y se forman en el poder por aprobación de la mayoría popular. El poder ejecutivo, el legislativo y el judicial desempeñan la función del poder y un puñado de elegidos imponen los preceptos a seguir por los gobernados a través de normas, decretos, leyes, etc.
Todos y cada uno de los gobiernos de turno hablan el mismo idioma y repiten hasta el cansancio que su misión es la de sacarnos de la pobreza. Que yo sepa, nunca ningún gobierno lo logró, eso sí, siempre tienen un porqué y ese porqué siempre es el mismo. La culpa es del otro o de los otros.

Lo que no revelan, es que en realidad no pueden y no quieren hacerlo, sencillamente porque forman parte del sistema o del modelo que dicen combatir utilizando las mismas reglas de juego. Todos sabemos que no se puede ser juez y parte, ¿porqué entonces insistimos siempre en lo mismo?
En definitiva las propuestas religiosas al igual que las políticas, no pasan de ser tan sólo expresiones de deseos.

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